viernes, 29 de enero de 2016
MARIA SABINA. pastel sobre cartoncillo por "el cuns"
María Sabina Magdalena García (n. 22 de julio de 1894, Huautla de Jiménez, Oaxaca – m. 23 de noviembre de 1985)nota 1 . Fue una curandera y chamán de la etnia indígena mazateca del estado de Oaxaca en México.
Luego de que sus conocimientos tradicionales sobre el uso ceremonial y curativo de los hongos alucinógenos, que ella llamaba “niños santos” –los cuales crecen en su región– fueron difundidos por el banquero y micólogo amateur Robert Gordon Wasson, María Sabina fue convertida en una celebridad nacional e internacional, sobre todo entre las personas que pugnan por el uso legal y abierto de sustancias psicoactivas.
María Sabina fue una indígena mazateca nacida en 1894 en la población de Huautla de Jiménez,hoy considerado Pueblo Mágico, ubicada en la sierra mazateca a una distancia de 254 kilómetros de la capital del estado de Oaxaca. Sus padres se llamaban María Concepción y Crisanto Feliciano. Su padre, que era agricultor, murió cuando María Sabina tenía tres años, por lo que junto con su madre y su hermana María Ana, dos años menor que ella, fueron a vivir al lado de sus abuelos maternos de nombres Manuel Cosme y María Estefanía, quienes se dedicaban a la cría del gusano de seda y la agricultura tradicional. Durante su niñez María Sabina vivió en extrema pobreza, como sucedería durante toda su vida y en condiciones de desnutrición, no recibió educación formal y se dedicó a realizar las actividades agrícolas y de cría de ganado que le encomendaban sus abuelos.
Fue dada en matrimonio a Serapio Martínez a sus 14 años, naciendo su primer hijo al año y quedando temporalmente sola cuando su esposo se unió a las huestes revolucionarias. Su esposo regresó al cabo de un par de años, teniendo con él dos hijos más, para luego quedar viuda en 1914.
Experiencia con los hongos
María contaría a Estrada, haber tenido por parte de su padre ascendientes que practicaban la ceremonia con los hongos, quienes también eran chamanes u “hombres sabios” (chotá-a t chi-née, en mazateco) quienes intentaron prevenir la muerte de su padre, aquejado de una supuesta maldición, pero ello sucedió antes de su nacimiento.
Sin embargo, su primer conocimiento directo de la ingesta ritual de hongos fue entre los cinco y siete años durante una ceremonia celebrada en su casa para tratar de sanar a uno de sus tíos. Como resultado de este acontecimiento, mientras estaba en el cerro cuidando a los animales de sus abuelos ella encontró algunos hongos similares a los que había visto durante la ceremonia, por lo cual ella decidió consumirlos junto con su hermana, teniendo así su primera experiencia extática.
Posteriormente , durante su segundo matrimonio siguieron los maltratos por parte de su nuevo esposo, el brujo llamado Marcial, quien verdaderamente le hizo conocer el mundo de la magia; sin embargo, al ver después que ella le superaba en poderes, el marido arremetía a golpes en la pobre humanidad de Sabina, quien pudo soportar las agresiones gracias a la fuerza de los sagrados hongos. Marcial se hizo de una amante, y sus días terminaron a manos de los hijos de esta última, los cuales arremetieron a golpes contra él hasta llevarlo a la muerte, dejando nuevamente sola a Sabina, aunque ahora ella contaba con el conocimiento para defenderse.
Posteriormente, lo mas acertado que Sabina logró predecir fue la muerte de un ex-alcalde de huautla llamado Erasto Pineda, muerto de un tiro por la espalda, lo cual demostró la posibilidad de que ingerir los hongos facilitaba la aparición de fenómenos paranormales como la clarividencia.
La visita de Gordon Wasson
En 1952, el banquero y micólogo amateur estadounidense Robert Gordon Wasson encontró un recorte de prensa de un reportaje de Robert Graves en el periódico Ciba en Nueva York sobre el uso de unos hongos en México. Según la descripción de los frailes que llegaron durante la conquista de México, estos hongos se ingerían durante un culto. Esto interesó a Robert Gordon Wasson, quien realizaba estudios sobre el uso de los hongos en diferentes culturas desde 1927.6 En 1955, en compañía de su esposa Valentina Pavlovna realizó un viaje a la sierra Mazateca donde, luego de varias negociaciones, es recibido por María Sabina quien realiza con ellos una vigilia nocturna, enseñándoles parte del uso y proporcionándoles muestras de los hongos. Durante varios días, grabaron pláticas en cintas magnetofónicas, las cuales fueron transcritas a un sistema fonético de escritura y traducidas al español e inglés, y tomaron fotografías de las ceremonias con luces estroboscópicas. El 13 de mayo de 1957, la revista Life publicó un extenso artículo ilustrado de Robert Gordon Wasson en el cual describía las veladas con hongos con María Sabina. Esto dio lugar a que un gran número de personas se aventurara a las regiones montañosas boscosas de México para descubrir por sí mismos las setas con poderes visionarios.
Quince años después, en 1968, Robert Gordon Wasson publicó el libro El hongo maravilloso: Teonanácatl. Micolatría en Mesoamérica, donde expone al público estadounidense el ritual y uso de los “niños” en la cultura Mazateca. Como el pivote del libro era María Sabina, esta recibió una fenomenal publicidad en la época de apogeo de la cultura hippie estadounidense, que entre otras cosas, se caracterizaba por el uso de sustancias alucinógenas. Este libro marca un vuelco en la vida de María Sabina quien empieza a recibir la visita de personas ajenas a su comunidad, tanto de mexicanos como extranjeros, muchos de los cuales viajan en la búsqueda de una experiencia psicodélica con los hongos y algunos otros como parte de un trabajo de investigación.
Esto proporcionó en parte una cierta estabilidad económica a María Sabina, pero fue acusada por miembros de su comunidad de lucrar con la cultura de su pueblo. Además, el mal uso de sus conocimientos por parte de muchos de sus visitantes la llevó a considerar como un error el darlos a conocer a los extranjeros, ya que solamente buscaban diversión.
En 1986 se publica un reportaje titulado “María Sabina de Huautla ¿Isis sin velo?”, de Ramón Méndez Estrada, donde se describía otra parte de la vida de María Sabina, prácticamente los últimos meses de ella. Según la entrevista el reportero comentó: «La última vez que vi a María Sabina, en septiembre de 1984, unos catorce meses antes de su muerte, la vi muy cansada, muy pequeñita. Estaba impaciente. No quería conversar. Iba y venía continuamente por la habitación. Estaba cansada, creo yo, de escuchar las mismas preguntas de curiosos impertinentes por treinta años consecutivos, y de tener que defender sus mismas respuestas milenarias». Pues con la difusión, por parte de Wasson, logró, entre muchas cosas, mandar a una gran cantidad de visitantes hacia Huautla. A algunos solo los movía el deseo de alguna aventura psicodélica, faltando al respeto a esta forma de proyección espiritual. Ella, molesta por la falta de respeto, expresó: «Mucha gente se aprovechó de mí. Recuerdo aquella vez cuando volvió a llegar Wasson. Me regaló un disco en el que venían mis cantos. Le pregunté cómo le había hecho. Nunca imaginé oírme a mí misma. Estaba disgustada porque en ningún momento le había autorizado a Wasson que robara mis cantos. Mucho tiempo anduve llorando por esto y el insomnio no me dejaba dormir». Al inicio de la década de los sesenta los hongos se había convertido en una droga narcótica, lo que le causó una persecución policíaca. Llegaron hasta su casa agentes federales, esculcaron su vivienda y a ella la llevaron en un automóvil con lo que habían encontrado en su choza, aunque fue inmediatamente puesta en libertad. María Sabina le dijo al presidente municipal en ese entonces, Genaro Teran: «Tú sabes que nuestra gente no usa el tabaco que ese desdichado afirma que yo vendo. Me acusa de traer gringos a mi casa. Ellos llegan a buscarme. Me toman fotografías. Platican conmigo. Me hacen preguntas, las mismas que ya he respondido muchas veces… y se van después de tomar parte en una velada». Por último ella decía que la fuerza de los “niños santos” había disminuido ya que se les había tomado literalmente como un juego y ella sería la que pagaría, pues ella se quedó con todas las enfermedades que curó y fue el costo por su don.
María Sabina murió en 1985 en una condición económica de pobreza, ya que no tenía ningún sistema de cobro establecido por sus servicios. Solo recibía de sus pacientes lo que estos querían darle.
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